“Quienes ceden al exceso no buscan la satisfacción, sino el abismo.”
Fragmento apócrifo atribuido a algún sabio del metal progresivo, o quizás a un Borges que alguna vez soñó con guitarras eléctricas
Desde San Juan, Puerto Rico —ciudad de mares sin tiempo, lucha libre y calor perpetuo— emerge una de las entidades más inclasificables del metal progresivo contemporáneo: Moths. Si el nombre evoca insectos que vuelan hacia la luz hasta consumirse, su música es, precisamente, esa combustión lenta y luminosa que convierte el exceso en arte.
Y ahora, tras un silencio ominoso, Moths lanza “Gluttony”, el primer adelanto de su próximo álbum titulado Septem. La pieza, liberada el 15 de abril, no es sólo una canción: es una declaración de principios, una sinfonía sobre el deseo y la corrupción, y, acaso, un espejo inquietante para el oyente moderno.
Gluttony: belleza en el caos, caos en la belleza
“Gluttony” no arranca: se insinúa. Comienza como un susurro —o mejor dicho, como una caricia previa al estallido— y luego se transforma en un descenso rítmico hacia lo abyecto. La voz de Mariel Viruet, quien debuta oficialmente como vocalista en este sencillo, oscila entre la ternura y la violencia emocional.
Grabada en los míticos Estudios Romaphonic de Buenos Aires, la canción parece absorber parte de la melancolía rioplatense en su introducción, para luego retomar ese groove denso y cerebral que caracteriza a Moths. Aquí el jazz, el stoner y el doom no se pelean: se confabulan. La arquitectura sonora es limpia, pero por momentos se desmorona con la belleza de un edificio barroco cayendo al ritmo de riffs afilados y bajos oscuros.
El video: cuando el pecado se vuelve espectáculo
La gula, ese viejo pecado capital que hoy se disfraza de delivery exprés, tiene en “Gluttony” su videoclip alegórico: oscuro, visceral, casi incómodo. Dirigido por Drew Storks (de Shy, Low), con la colaboración de Ian García y Kyle Devorroh, el video no adorna la fealdad; la enmarca con elegancia brutal.
"Queríamos una representación directa y sin filtros", explican. Y lo lograron. Porque este videoclip no embellece la violencia del deseo: la magnifica con estética incómoda. En la era del algoritmo higienizado, Moths elige lo grotesco como declaración poética.
¿Qué es Septem?
No es sólo un álbum. Septem (que significa "siete" en latín) parece ser una exploración casi filosófica de los pecados, los excesos, los impulsos humanos. No sería extraño imaginarlo como un recorrido por los pecados capitales reinterpretados desde la distorsión y la progresión instrumental.
La mezcla corrió por cuenta de Walter Chacon (Los Fabulosos Cadillacs) y la masterización estuvo en manos del alquimista sonoro Jens Bogren (Opeth, Katatonia, Between the Buried and Me), desde Fascination Street Studios en Suecia. Un dato que hace de Septem una verdadera criatura cosmopolita, nacida en el Caribe, grabada en Argentina y pulida en los bosques escandinavos.
Moths en vivo: el vuelo continúa
Para los seguidores del culto progresivo, Moths ya anunció parte de su gira por Estados Unidos, con tres fechas que prometen convertir cada escenario en un altar:
6 de agosto – Philamonica (Filadelfia)
7 de agosto – The Deepot (Baltimore)
9 de agosto – Somergloom Festival (Somerville)
(Más info en somergloom.com)
¿Por qué buscar Moths hoy?
Porque Moths no es solo una banda de metal progresivo: es una experiencia que desafía las etiquetas. Si llegaste aquí queriendo saber sobre tus artistas favoritos, descubriste algo mejor: una propuesta que se mueve entre lo cerebral y lo sensorial, lo técnico y lo emocional.
Escuchar Moths es aceptar la invitación al exceso —pero también al pensamiento. Es una degustación sonora donde el plato principal es la reflexión disfrazada de distorsión. En un mundo saturado de fórmulas, ellos siguen el mapa de un laberinto que se construye mientras se recorre.
Y en ese laberinto, “Gluttony” es la primera puerta.